miércoles, 21 de octubre de 2009

El elogio de la marquesina

Anoche salí de casa a las 9:06 PM sin paraguas. Llovía. Al llegar a la plaza de Santo Domingo arreció. Cuando abordaba el primer tramo de la calle Preciados, que sigue en obras, no me queda más remedio que ir por el centro de la calle y ducharme. Callao, la plaza también está en obras y han hecho un pasillo por la plaza sin ninguna posibilidad de resguardarse y ¡Oh! ¡Maravilla! La FNAC tiene una marquesina que en esos momentos me parece los Champs Elysées: con sus escaparates luminosos y a lo ancho, cabemos al menos tres. Cuando termina ese abrigo, hay que elaborar una estrategia; diviso unos 100 metros más allá, en la acera opuesta una mágnifica marquesina: El Corte Inglés. Alcanzo mi objetivo a galope tendido, empapada, y en ese momento, me reconcilio con el comercio. Je flâne (no sé una palabra similar en castellano - es como deambular lentamente con placer,sin prisa) ante los escaparates y reparo en este elemento arquitectónico, agradecida. En toda su dimensión amable, acogedora, que te invita a contemplar los escaparates, y llegado el caso, entrar y comprar. Cruzar la Puerta del Sol y subir Carretas me hizo recordar las generosas lluvias caribeñas. Algún miserable alero bajo el que resguardarse que no te ahorran generosos goterones en el hombro.
Al llegar a la plaza de Jacinto Benavente, me acuerdo de la gota fría. Llegada a este punto les puedo asegurar que me cae más agua encima que bajo la ducha de mi casa. Imposible seguir. Me resguardo bajo el toldo de una tienda de chuches, y hasta la gente con paraguas se ha acogido bajo los escasos minúsculos aleros que hay a la redonda. Ni un viandante por la plaza.
Mi destino está a menos de setenta metros, y en cuanto cede un poco me lanzo al galope.
Al fin llego al Café Central. Misión cumplida. Empapada. Me quito la chaqueta de lana (pufff) y la camisa también está calada. No me la quito por si me voy a enfriar.
Pero salen los artistas: Los Red House y al piano Gene Taylor. Cuando Gene empieza a pasear sus dedos por el piano me sale una sonrisa de oreja a oreja. ¡Guau! ese musicón que a mí me gusta.
Igual vuelvo a verles el sábado.

5 comentarios:

  1. Pero lleva el paraguas, la música es un placer, pero se disfruta más estando secos.
    Me sumo a tu homenaje a las marquesinas.
    Saludos

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  2. Sí es que ¿Te puedes creer que me acerqué a la venta y no vi que llovía? Creo que se impone un viaje a la óptica.

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  3. Pues ya son ganas de oir tocar a esos músicos. Seguro que al rato ya te habías secado aunque sólo fuera por el calor humano ;-)

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  4. Soy, por casualidades de la vida, asesora de artistas. Ahora hay vacas flacas, pero no dejan de invitarme a sus conciertos. Es un plus de mi trabajo. ¡No solo de dinero vive esta mujer!

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  5. Así que asesora de artistas, qué interesante. Pues nada, haces bien alimentando el espíritu además del cuerpo. Ahora ya entiendo mejor que no te importara mojarte.
    Un abrazo.

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