Detengo un instante
y te doy una sacudida
de consecuencias impredecibles.
Contestas con descaro:
un movimiento de tus manos
que reanuda el tiempo.
Miras de reojo el hueco que queda
debajo de mis rodillas
y me coges de la cintura.
Comienzas a moverte
Guiando mis pies inertes
hasta los confines de la tarde.
miércoles, 30 de septiembre de 2009
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